El pasado domingo retornaba la Patrona de Cáceres a su Santuario.
Los balcones lucían doseles para la ocasión, y a las nueve en punto las campanas de la Con catedral anunciaban la salida en procesión de la Santísima Virgen de la Montaña camino de su Santuario, en los exteriores, autoridades Civiles Militares, y público esperan la salida con nervios, cuando a los acordes del himno Nacional empezaba a asomar la reluciente platería de las andas de la Virgen. Los estandartes arropados por hermanos más pequeños, abrían la comitiva, largas filas de túnicas azules y fieles marcan las calles por dónde va pasando la imagen bendita. A su paso por la plaza, frente a la casa consistorial los Hermanos la giran para despedirse, continúa su transitar pasando por debajo de los arcos de flores instalado por los jardineros municipales, lluvia de pétalos a la entrada de pintores con vivas a la Virgen, ya en San Juan la Cofradía de los Ramos le hace entrega de un ramo de flores y Dña. Satulia Vaca un año más le dedica una poesía a la Virgen.
Continúa su lento caminar a hombro de los cofrades hasta llegar a la calle Fuente Nueva, nuevos pétalos acarician la cara y el reluciente manto de damasco y pedrería donado por Mª Cándida Salomón, es el nº 130 de la colección de mantos que tiene la Santísima.
Las Monjas Clarisas abren el portón del patio del convento para dedicarle unos versos cantados, la bendición de D. Francisco Cerro hacia ellas indica que la procesión tiene que continuar, más abajo le espera un Altar que los vecinos de la calle realizan en honor a la Patrona, bajo una nueva lluvia de pétalos lanzados por vecinos desde balcones engalanados para la ocasión.
Puente de San Francisco, nueva parada, Felisa Rodríguez le canta a la Madre de Dios, la emoción de los presentes rompe en lágrimas de despedida, con nuevos vítores para la Reina del cielo,
Entre Santa Carlota y Mira al Río, un nuevo Altar recibe a la Patrona en ésta ocasión recordando a la Sra. Antonia, que tantos años soltaba las palomas a su paso por el, hoy son su hija y nuera las que mantienen la tradición.
Llega a Concejo, momentos intensos de tristeza, un Hermano sube y retira el bastón de Alcaldesa de Cáceres, a los acordes del Himno Nacional interpretado por la Asociación Banda Municipal, para devolvérselo a Dña. Elena Nevado que a su vez hace entrega de un ramo de flores con la cita de los cacereños en volver a verla dentro de un año en el mismo sitio. La Bendición del Obispo, el canto de la Salve y a los acordes del Redoble, con paso rápido pero firme los Hermanos empiezan a subir la larga cuesta para llegar al Santuario, pero un alto en la popular barriada de San Marquino hace volver la mirada de la Virgen hacia la ciudad por última vez, la emoción aparece de nuevo entre el público presente que no se quiere despedir de la Virgen.
Poco a poco sube la cuesta entre tramo y tramo las fincas ofrecen a los Hermanos y peregrinos las clásicas botas con un poquito de queso, patatera, o chorizo, el pueblo coge un largo trayecto a la Patrona hasta depositarla a los pies del Calvario, allí, la cofradía de la Soledad y Santo Entierro con la Imagen de la Virgen en la calle realiza una ofrenda floral a la Montaña, de nuevo los Hermanos se hacen cargo de la imagen para conducirla ya hasta la explanada del Santuario, donde el Coro Rociero tradicionalmente desde hace ya muchos años la recibe con la Salve, una vez introducida en el Templete la misa de romero oficiada por D. Florentino Muñoz y D. José Mª Batuecas, finalizan oficialmente un año más la Novena a la Santísima Virgen de la Montaña.
Y a nivel más íntimo la Cofradía hace su homenaje a los Hermanos difuntos, con poesía y rezos en el tradicional Hoyo, para concluir con una comida de hermandad.
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